ASESINATOS EN OSLO V

El vuelo regular que transportó al comisario Carles Ruf a Oslo iba a aterrizar puntualmente en el aerpouerto de la capital noruega.

Había sido un vuelo tranquilo y sin sobresaltos. El comisario iba leyendo un libro sin prestar atención aparente a su vecino de asiento, un hombre grueso y con bigote blanco, ataviado con un treje de colores claros y elegantes rematado por una corbata de colores estampados que hacían contraste con el color del traje.

Los carteles ya anunciaban que se debían de abrochar los cinturones de seguridad, mientras el capitán daba las gracias por los micrófonos a los pasajero y les anunciaba que en breves momentos aterrizarían en el aeropuerto de Oslo. La temperatura ambiente que se iban a encontrar era de 15 grados.

El comisario cerró su libro y se abrochó el cinturón. Su vecino lo miró y esbozó hacie él una sonrisa, a la cual correspondió de la misma manera.

Rapidamente el avión fué descendiendo sin más problemas y en breves minutos tomó tierra sin mayor ambaje. Finalmente se oyó la voz de la azafata por los micrófonos anunciando:

-No se desabrochen los cinturones hasta que el aparato se haya detenido por completo. No olviden de recoger sus objetos de mano. El comandante Rodríguez y el resto de la tripulación esperamos que hayan tenido un feliz vuelo y esperamos verles de nuevo.-El mismo mensaje se repitió en catalán, inglés y noruego.

El comisario una vez se detuvo el avión desabrochó su cinturón, se levantó, alargó sus brazos y recogió del compartimento de arriba un pequeño bolso de mano. Con una sonrisa se despidió de su compañero de asiento y poco a poco fué desfilando hacia la parte delantera del aparato.

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