EL TELEFONO
Cuando el teléfono sonó en aquella habitación de hotel barato, tal vez una fonda, un hostal, habitación pequeña al fin y al cabo, de reducidas dimensiones y con una mesita y una cama por todo mobiliario, aparte de un pequeño armario donde poder guardar la ropa y un televisor colgado del techo con bastante antiguedad, según pudo deducir al verlo y por sus características. Buenos, pues cuando el teléfono sonó, a ver si conseguimos salir de esta situación el hombre que poblaba aquella reducida habitación se sobresaltó. Pareció cogerle de improviso el sonido del mismo y sin embargo ya llevaba varias horas esperando aquella llamada.
-Diga-el sonido de su voz resultó grave, impñasible, como quien no parece tener sentimiento alguno, y quedó a la escucha del mensaje que iba a recibir.
Escuchó durante un largo rato, tal vez fueran varios minutos, él no podría recordarlo tiempo más tarde al ser requerido al respecto. Cuando la voz, que parecía áspera e irritada al otro lado del auricular, dejó de hablar él se limitó a dar un enterado y a colgar el teléfono en su sitio anterior. Después cogió la chaqueta que permanecía colgada sobre una desvencijada silla, se la puso y salió de la habitación.
El trabajo sería rápido, cómodo y beneficioso para sus intereses. No habría nada que temer.
Pero algo falló en aquel maldito plan,algo que no pudo entender. Pero le costói la friolera de tener que estar durante varios días dando explicaciones a la policía. Sin embargo él nunca fue capaz de llegar a entender porque aquello había formado tanto revuelo. ¡Hasta su tía de Estados Unidos le llamó para interesarse por el estado del paciente! Sólo se había tragado un móvil, ¡coño!, no era para tanto. El perro seguía recuperándose en la clínica veterinaria.
LUIS DE DIEGO AGUILA

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