LA CITA                                                      A Manuel Moya

 No recuerdo como llegamos a encontrarnos. Los caminos del señor son inexcrutables reza en algún lugar.Es cierto. Creo recordar que llegué a sus escritos a través de amigos de amigos. Digamos que teníamos amigos en común a los que también les gusta escribir y que nos hizo coincidir en algun momento de mi vida por Facebook.

Tampoco sabría explicar porque le pedí la amistad. Supongo que al leer las cosas que publicaba me gustaron y eso me animó a hacerlo. Me sorprendió que me la diera, eso si lo debo de decir y me sorprendió porque un hombre, un escritor de reconocimiento a nivel autonómico y nacional como él le diera la amistad a un simple aprendiz de escribidor como yo decía mucho en su favor y de su persona.

 Durante un largo tiempo nos hemos leído, nos hemos comentado escritos y he ido aprendiendo de quien sabe enseñar. No es el único maestro que tengo, pero algún otro lo tengo al otro lado del charco y no es tan fácil tener una relación cercana.

 Cuando por fin, pasado el tiempo, un día pude ver, puesto que él lo hizo público en su perfil que iba a venir a mi ciudad, a celebrar un acto literario en uno de los lugares emblemáticos que tenemos para poder hacerlo me alegró mucho e inmediatamente le comenté que sería un placer poder saludarle ese día. Él me respondió con la misma cordialidad que también lo sería para él podernos conocer personalmente.

 Llegó el día y la hora del evento. Cuando entramos en el local ya había comenzado un acto cultural, pero tras revisar a los asistentes pude observar que no era al que yo deseaba asistir y continué penetrando en el inmenso local, en otra sala, donde pude ver una mesa dispuesta sobre un tablado y a un joven leyendo poesía, o sea que esta vez si estaba en el lugar que buscaba con cautela.

 En la inmensa penumbra que rodeaba al estrado pude verlo. Estaba sentado a la izquierda del estrado y me vio casi al mismo tiempo que yo a él. Me hizo una seña para que me acercara y nos dimos la mano con fuerxza mientras nos saludábamos efusivamente y nos sonreíamos. A continuación me dijo que me esperara un momento, mientras le veía coger un libro y comenzar a garabatearlo. Acto seguido, una vez finalizó de hacerlo, me lo entregó diciéndome: "Toma Luis, ésto es para ti. Un regalo". Me quedé sorprendido y con cara de no saber que hacer o decir...la verdad no estoy acostumbrado a estos honores. Como el acto seguía y requería del mayor silencio para poder escuchar a los poetas recitando sus poemarios nos citamos para hablar en el momento que terminaran los recitales, que aun tardó una media hora, aproximadamente.

Al término nos tomamos una cerveza. Presentaciones de rigor: mi pareja, la suya, sus hijos, uno de los cuales recitó maravillosamente en el citado acto. Y charla, mucha charla. Honestamente ha sido un hombre que no para de darme sorpresas. Cuando lo había visto en fotografías tenía la impresión de que estaba ante un bohemio amante de la libertad. Pero es una verdad a medias, que sólo cuando lo conoces llegas a observar., Si, es un amante de la libertad, su libertad, pero que vive pendiente de sus dos hijos, de su pareja y de su trabajo.

 Un par de semanas más tarde pudimos departir de nuevo ante un café caliente en su pueblo. Me encandiló como ama su pueblo, como lo conoce, como nos lo hizo conocer, a mi pareja y a mí, nos enseñó esos rincones que sólo saben los que son del lugar y al forastero le son dificiles de encontrar. Como ama su profesión y lucha por ella. Como le gusta enseñar a los jóvenes, como le gusta empujar a los que se inician en la profesión, con sus consejos, con su sabiduría y esa cara de bonachón que nadie le puede quitar de encima.

 Estoy deseoso de que llegue la próxima cita, de verdad. Seguiré aprendiendo de quien le gusta dar clases magistrales. Gracias.

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