Perdona el corazón
argumentado por la cabeza
de un sapo cantarín
en la nocturna charca.
Perdona la pasión
desacelerada por el olvido
de un ayer que existió
en los recovecos perdidos.
Perdona el mundo
la sumisión popular
de las guerras inhumanas
para así no poder pensar.
Perdona el amante
al amor perdido
que ayer se perdió
sin dar muestras de fe.
Perdona el amigo
la traicón ajena
producida por un olvido
del secreto dicho a voces.
Perdona el moribundo
a su bastardo asesino
que con la lanza afilada
lo hirió de muerte sin más.
Perdona la amada
el desengaño del amado
por haberla engañado
después de tanto amar.
Perdonamos todos
con engaños y olvidos
para así pasar
página de este libro.

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